domingo, 20 de mayo de 2012

La Seccion Femenina de la Falange

La Sección Femenina de la Falange adoctrinó a las españolas para arrebatarles cualquier deseo de emancipación o rebeldía. Tras el paréntesis liberador de la Segunda República, en el que las mujeres habían conquistado el derecho a votar y habían comenzado a ocupar espacios públicos, la dictadura de Franco se empeñó en conducirlas de nuevo al redil doméstico, en extirparles afanes igualitarios y en convertirlas en las procreadoras que la patria necesitaba después de tanta sangría. La Sección Femenina fue una institución nacida a impulsos de la Falange e inspirada en la autenticidad, el rigor y la inquietud revolucionaria que José Antonio infundió a su Movimiento. La educación teórica y práctica del catolicismo se convirtió en disciplina fundamental en sus escuelas y centros de instrucción. Su fundadora y única Delegada Nacional de la misma durante los 43 años de existencia fue Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio. Quién vivió las horas difíciles de la persecución y de la guerra, conoció el éxito y el fracaso, la alegría y la decepción, y alcanzó a ver como la Sección Femenina, obra de su vida, era fríamente destruida sin que nadie dijera nada en su defensa. La persecución contra Falange y se tomó la decisión de crear una sección de mujeres con un cometido específico: realizar las labores de propaganda, con menos riesgos que los muchachos, porque aún existía, por aquellos años, cierto respeto a la condición femenina; además se les encomendaba la atención de los detenidos proporcionándoles tabaco, comida, etc... Para entrar en los locutorios de la cárcel, tenían que fingir ser hermanas o novias de los detenidos. También tenían que atender a las familias de los caídos y recaudar dinero. Así, en los años en que Falange fue ilegalizada, la Sección Femenina asumió la misión de enlace en la clandestinidad, cumpliendo el cometido que se le había encomendado. Era una labor social, clandestina y peligrosa que las afiliadas cumplían como, por ejemplo, haciendo cuestaciones entre los amigos, organizando rifas y vendiendo de todo, como las pastillas de jabón en cuyo envoltorio figuraba una proclama política sobre los colores rojo y negro. Muchas fueron detenidas, la mayoría de las veces acusadas de promover alborotos en los juicios contra falangistas o asistir en manifestación a los entierros de los caídos, cada vez más frecuentes y promover disturbios en las calles al contestar a los insultos… Desde luego eran unas mujeres de los pies a la cabeza, dignas de admiración y muy lejos de las mujeres tontas y metidas en su casa como nos las quieren describir hoy en día.

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